Tiene 27 años, es oriunda de La Quiaca, donde se encontraba al momento de esta charla telefónica, y se dedica al rock en Jujuy.
Se prepara constantemente acudiendo a distintas disciplinas del arte.Espera recibirse de profesora y dedicarse a eso a la vez que a su camino musical. Elige la rebeldía de decir lo que muchos no pueden. En la actualidad forma parte de la Red de Músicas de Jujuy.
En 2015 se radicó en San Salvador para continuar sus estudios de música. Ama la docencia y la música. Está haciendo por eso el Profesorado de Música de Jujuy y también estudia teatro en la Escuela Provincial de Teatro «Tito Guerra».
¿Por qué elegís el rock? En una ciudad y en una provincia que tienen como más cercano el folclore, ¿cómo llega a vos esta pasión?
Es verdad, lo más representativo es el folclore, pero yo creo que en el rock he encontrado la posibilidad de llevar esta bandera, de ser contestataria. La música nos da ese poder a nosotros, de poder visibilizar algunas cosas que no son fáciles de ver a simple vista, o que la gente siente y no lo puede expresar. Nosotros tenemos ese lugar de privilegiados para poder expresar esas cosas y hacer que la gente se sienta identificada con esto, con la letra, con la música, con la melodía. El rock tiene esa cosa rebelde, de decir cosas de una manera totalmente libre.
Me sentí tan identificada en mi adolescencia con el punk rock, y tuve la suerte de encontrarme con amigos que también sentían lo mismo. Yo recién estaba empezando con la guitarra. Los veía a ellos y cómo fluían a través de su música, y eso me atrapó. Empecé a estudiar música y se armó nuestra primera banda de punk rock acá en La Quiaca, que se llamaba Ruidos Molestos, que duró durante 2009 y 2010. En el 2011 se desarma porque los chicos se fueron a estudiar a otros lados. Yo me quedé sola en La Quiaca, pero mi objetivo también era hacer mi propia música.